Zubair era un cuidador. Su hermana tuvo cáncer de estómago a la edad de 21 años. Un día sintió algo de dolor en el estómago y pensó que era un dolor gástrico normal, pero luego de revisarlo, el médico nos pidió que fuéramos a un hospital mejor en Mumbai. Mi padre, mi hermana y yo fuimos a Mumbai para que nos hicieran un nuevo chequeo y una biopsia. No le informamos a mi madre para que no se estresara. Mi hermana fue muy positiva. Sabía que pronto se recuperaría. Empezamos quimioterapia.

Yo estaba en la universidad y estaba completando mi maestría. Solía ​​asistir a mis clases en el medio, ya que no era posible que 3 personas viajaran a Mumbai porque era una tarea bastante costosa. Cuando mi hermana regresó a casa después de su primera quimioterapia, le contamos a nuestra madre sobre su enfermedad y estaba bastante deprimida. Pero mi hermana estaba tan alegre que mi madre se sintió aliviada. Mi hermana era un alma muy positiva. Solía ​​alentar a las personas en el hospital a que se sometieran a la quimioterapia y los educaba para que no tuvieran miedo al cáncer.

Después de que terminó su tratamiento, fuimos a chequeos regulares y descubrimos que tenía cáncer nuevamente. Esta vez mi hermana también estaba deprimida pero no perdió la esperanza. Estaba lista para otra pelea. Después de su tratamiento, todos estaban felices porque se estaba recuperando. Bailaba, cantaba y hasta empezó a ir a clases una o dos veces por semana, hasta que un día falleció a causa de un infarto.

Yo sugeriría que nadie debería perder la esperanza. Uno debe vivir su vida al máximo y abrazar cada día como si no hubiera un mañana.