Consumir comidas más pequeñas y frecuentes puede resultar menos desalentador que las grandes. Divida la ingesta diaria de alimentos en 5-6 porciones más pequeñas. Este enfoque puede respaldar la eficiencia metabólica.
Consuma alimentos ricos en fibra como frijoles, lentejas, cereales integrales y verduras. Trate de consumir entre 25 y 30 g de fibra al día. Especialmente útil si el aumento de peso está relacionado con tratamientos médicos.
Beber agua adecuada favorece el metabolismo y la salud en general. Intente consumir de 8 a 10 vasos al día, pero minimice los líquidos durante las comidas para asegurarse de consumir más sólidos.
Las actividades suaves como caminar o hacer yoga no sólo mejoran el estado de ánimo sino que también pueden aumentar el apetito. Consulte a un proveedor de atención médica antes de comenzar un nuevo régimen de ejercicio.
Beber tés como el de manzanilla o el de menta puede aliviar el malestar estomacal y reducir la hinchazón, especialmente si está relacionado con tratamientos. Trate de tomar 1 o 2 tazas al día.
Alimentos como el yogur o el kéfir favorecen una flora intestinal equilibrada, favoreciendo la digestión. Incluye una ración en tu dieta diaria.
Evitar el azúcar previene el aumento de peso no saludable y también los posibles efectos secundarios del tratamiento. Concéntrese en alimentos integrales como avena, quinua, ensaladas y más alimentos ricos en fibra.
El exceso de sodio puede provocar hinchazón y retención de líquidos. Reduzca la sal al cocinar y use hierbas/especias para darle sabor.
El seguimiento regular del peso ayuda a adaptar las estrategias para una salud óptima. Los pesajes semanales pueden resultar reveladores.
Comer sin distracciones permite reconocer señales de hambre y saciedad. Concéntrate en cada bocado, disfrutando de sabores y texturas.